Vitamina D y fármacos: un cóctel nefasto

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Por el Dr. Phil Maffetone

Traducción de Ester Galindo

Ya sean con receta o sin ella, los medicamentos están contribuyendo a la epidemia de déficit de vitamina D en todo el mundo.

Y si la deficiencia de vitamina D no fuera suficientemente preocupante, hay otro problema creciente que lo empeora todavía más: las complicaciones por efectos secundarios de los propios medicamentos.

Hoy en día, muchas personas jóvenes —también las que practican deporte—, junto con millones de personas sedentarias y de edad avanzada, ingieren medicamentos de manera habitual, lo cual les reduce los niveles de vitamina D en sangre.

La medicina alopática frustró la prescripción de suplementos de vitamina D en las décadas de 1970 y 1980, pero actualmente la deficiencia global de vitamina D es un hecho constatado, y ampliamente reconocido, en personas de toda edad y condición, incluso en aquellas que pasan gran parte de su tiempo al aire libre. Debido, en gran parte, a la “promocionada” fobia al sol y al mayor uso de protectores solares —por no hablar de la falta de análisis de sangre para evaluar los niveles de vitamina D—, actualmente la insuficiencia y la deficiencia de vitamina D constituyen una auténtica epidemia en todo el mundo.

Si buscamos “vitamin D deficiency” en la web de la National Library of Medicine, hallaremos miles de estudios recientes, más de 27.000 en total. Así que, por fin, se está reconociendo la gravedad de la situación, pues las consecuencias de una deficiencia de vitamina D van desde las enfermedades hepáticas, células de grasa enfermas y disfunción cerebral, hasta un sistema inmune debilitado y una mala función intestinal, pasando por el debilitamiento de músculos y huesos.

Como todo el mundo ya sabe, es un hecho de lo más habitual que los medicamentos tengan efectos secundarios adversos sobre nuestra salud. Muchas personas buscan por su cuenta otros remedios para contrarrestar dichos efectos adversos y, a menudo, desconocen que estos se deben a los medicamentos que están tomando. Algunos fármacos también pueden interactuar con otros medicamentos, ciertos suplementos dietéticos e incluso determinados alimentos, lo cual hace que sea todavía más difícil encontrar la causa original del malestar. Lo primero, por tanto, es preguntarle al médico o farmacéutico cuáles son los riesgos de los efectos secundarios de los medicamentos y sus posibles interacciones, y consultar fuentes fiables en Internet.

La deficiencia de vitamina D también se da, a menudo, en personas que viven en lugares con radiación solar suficiente, como Florida, Arizona, España, África o el sur de Asia. Asimismo, muchas personas que sí toman el sol de manera adecuada (sin protector solar) y/o toman suplementos de vitamina D siguen presentando niveles bajos de esta prohormona. En estos casos, la deficiencia puede deberse a determinados problemas de salud: desde una disfunción hepática y renal (pues estos órganos contribuyen a la metabolización de la vitamina D), un exceso de grasa corporal (especialmente, grasa abdominal), inflamación crónica (a menudo debida a ese exceso de grasa), y un estado nutricional deficiente (la vitamina K, el magnesio y el zinc se cuentan entre los nutrientes necesarios para un óptimo metabolismo de la vitamina D).

Dicho esto, la deficiencia de vitamina D también puede ser un efecto secundario de tomar ciertos medicamentos, y muchas personas lo desconocen. Por lo que parece, el número de personas con bajos niveles de vitamina D debido a complicaciones con los medicamentos es enorme, y esto constituye un riesgo para la salud pública que no se está reconociendo. El resultado de todo esto es tremendo, ya que tanto los efectos secundarios de los fármacos como la deficiencia de vitamina D pueden deteriorar, por sí mismos, la salud y la forma física de manera espectacular. Imaginarnos su efecto combinado resulta demencial.

Las reacciones adversas a los fármacos contribuyen de manera significativa a los actuales problemas de salud más graves, siendo la hospitalización y el envejecimiento dos elementos que aumentan dicho riesgo. Si bien es cierto que un medicamento en particular puede ser necesario para ayudar a un paciente en un momento dado, en muchas ocasiones existen alternativas al fármaco y, con demasiada frecuencia, los pacientes acumulan una receta tras otra sin plantearse si de verdad necesitan seguir medicándose. Esto puede resultar en una condición conocida como polifarmacia —el uso simultáneo de múltiples medicamentos por un mismo paciente. Hoy en día, la incidencia de la polifarmacia (cinco o más fármacos tomados de manera simultánea) y la polifarmacia grave (10 o más medicamentos) es muy elevada.

La deficiencia de vitamina D es un factor que contribuye, con mucha frecuencia, a graves problemas de salud: salud ósea (osteoporosis, fracturas por estrés), disfunción muscular (debilidad), inmunidad (contribuye a la prevención de resfriados y gripes), mala función cerebral y efectos negativos en prácticamente todas las células del cuerpo, por no mencionar una menor calidad de vida, discapacidad, hospitalización y muerte.

Entre los deportistas, algunos estudios revelan que más del 60 por ciento de ellos se automedican y en torno a un 30 por ciento se toma algún fármaco antes de las competiciones, por lo general para reducir el dolor, aunque algunos creen (equivocadamente) que les mejora el rendimiento.

Y no siempre los peores fármacos son los “más fuertes”; en ocasiones, los medicamentos sin receta causan reacciones más graves. Los fármacos más consumidos, como el paracetamol, el ibuprofeno y la aspirina, contribuyen muchísimo a las reacciones adversas a los medicamentos entre la población. Naturalmente, cuanto más fármacos tome una persona, mayor será el riesgo de reacciones adversas e interacciones medicamentosas.

Resulta bastante chocante que, durante el desarrollo de los fármacos y en los estudios posteriores a su comercialización, no se contemplen los efectos de los mismos sobre los estados nutricionales. Y en caso de considerarlos, simplemente se exponen en los diminutos folletos de letra pequeña que acompañan a los medicamentos.

¿Qué fármacos pueden causar deficiencias de vitamina D? Puede depender totalmente de cada persona, ya que los estudios suelen contradecirse entre sí, pero la respuesta es que son demasiados como para enumerarlos aquí. Van desde los antidepresivos, los antidiabéticos orales y las estatinas, hasta los diuréticos, antiácidos y laxantes.

Un simple análisis de sangre constituye el primer paso para conocer tus niveles de vitamina D en sangre. En caso de duda, lo mejor es que lo consultes con tu médico o farmacéutico, especialmente si tus niveles de vitamina D son muy bajos. Lo más importante, en cualquier caso, es que si estás tomando algún fármaco —y, sobre todo, si estás tomando varios— preguntes a tu médico si realmente son todos necesarios… o pidas la opinión de otro profesional de la salud.

 

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