En forma, sí… ¿y sanos?

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Por el Dr. Phil Maffetone
Traducción de Ester Galindo

Esta página web contiene artículos sobre la aparente paradoja de aquellos atletas que están lo suficientemente en forma como para realizar grandes proezas, pero que al mismo tiempo presentan un bajo nivel de salud, por lo que son más vulnerables a las lesiones, las enfermedades y, en algunos casos, a la misma muerte.

La historia del corredor de la Grecia clásica Filípides inspiró el actual maratón. Filípides se hizo célebre porque falleció tras correr una gran distancia para declarar la victoria en una batalla. Algunos de mis recuerdos de infancia son de atletas muriendo. Y yo no podía concebir que aquellos héroes pudieran caer muertos de repente. Al fin, el ámbito de la fisiología humana nos ha dado la respuesta: estaban en muy buena forma, pero no estaban sanos. Pese a los avances en la atención médica, hoy día el problema persiste, pues ahora hay todavía más atletas de resistencia, que entrenan con mayor dureza y durante más tiempo.

Los investigadores llevan años observando que la enorme exigencia física que suponen el entrenamiento y la competición de resistencia puede aumentar el riesgo de muerte. En la revisión para Medscape que el Dr. John Mandrola hizo de un nuevo estudio publicado en el European Heart Journal lo resume como sigue: «La idea de que el ejercicio de resistencia a largo plazo aumenta el riesgo de arritmia ya no debería considerarse contraintuitiva. La lista de estudios publicados que confirman esta correlación es bien larga, y esta misma semana ha crecido aún más.» Este estudio en particular se centró en las condiciones cardiacas anormales (en concreto, en las arritmias potencialmente letales), que muestran una salud cardiaca pobre en un grupo de más de 50 000 atletas de resistencia de alto nivel (los que estaban más en forma eran más proclives a sufrir problemas cardiacos).

Pero hay un serio problema con estos estudios, algo que los medios de comunicación tampoco contemplan. No es por los individuos que se eligen o por cierto protocolo de la investigación. Sencillamente, hay un tema principal que casi nunca se aborda: la visión global. Es obvio que se trata de un tema delicado. La idea de que un atleta joven, entregado y concienzudo esté lesionando su corazón echa por tierra la imagen de todo un icono social. Por desgracia, asumimos como algo normal las lesiones de rodilla, el dolor en la cadera y las tendinitis, incluso en un deporte donde no hay contacto… pero ¿la muerte? La muerte hace trizas la leyenda de aquellos atletas que tenemos en tan alta estima. Lo que se obvia es la idea de que estas graves condiciones no forman parte de un cuerpo sano y casi todas pueden prevenirse.

La buena forma física es la capacidad de ser atlético. La salud es otra cosa; es un estado en el cual todos los sistemas corporales trabajan en armonía. Si bien una puede existir sin la otra, los atletas que están sanos presentan menos lesiones, ya sea en las rodillas o en el corazón, disfrutan de una carrera más longeva y exitosa, y gozan de una mejor calidad de vida en edades avanzadas. Aquellos que presentan una salud mermada pueden sufrir consecuencias.

John Lennon escribió: «Siguen diciéndote que todavía hay sitio en la cima; pero primero debes aprender a sonreír mientras asesinas.» Vivimos en un mundo despiadado, en el que —aparentemente en todos los niveles— hay que sufrir para ganar. Más es mejor es el mantra de la modernidad. No es de extrañar que esta mentalidad se refleje en el deporte, y no solo entre los profesionales, sino entre los millones de corredores, ciclistas, triatletas y demás atletas aficionados del mundo entero. Más kilómetros, más velocidad, más competiciones, más hidratos de carbono… simplemente más de todo. Y si esto no nos lleva a lo más alto (del pelotón, de nuestro grupo de edad, de nuestros objetivos personales), siempre nos queda la opción del dopaje.

Al igual que el ejecutivo de Wall Street hiperestresado y en baja forma física que muere en su despacho de un ataque al corazón a los 40 años, los atletas tampoco son inmunes a la muerte prematura y prevenible, por la misma causa. Un hecho deplorable.

Todo el espectro completo de problemas de salud puede darse entre atletas de resistencia de todo tipo y condición, y en prácticamente cualquier grupo de edad y en ambos sexos. Y prácticamente todos estos problemas se pueden evitar. (El estudio citado más arriba demostró que aquellos atletas que tenían un mejor rendimiento específico presentaban un mayor riesgo de sufrir problemas cardiacos.)

Entre los atletas que desarrollan enfermedades cardiacas se han observado algunas condiciones subyacentes comunes. He aquí algunas de ellas:

  • El sobreentrenamiento puede tener un papel decisivo al causar un estrés importante. Esto incluye demasiado volumen o intensidad en los entrenos. Incluso la American Heart Association, en sus directrices para la realización de actividad física, advierte del riesgo de entrenar con demasiada intensidad.
  • La inflamación crónica se asocia tanto con el sobreentrenamiento como con una dieta pobre. Ambos están fuertemente vinculados con las enfermedades cardiacas.
  • El consumo excesivo de hidratos de carbono refinados puede contribuir a la inflamación crónica, el aumento de grasa corporal y otros problemas de salud. Y este es un elemento recurrente en el síndrome del sobreentrenamiento.

Resulta interesante observar cómo las condiciones arriba citadas suelen preceder a numerosas lesiones muy comunes en músculos, articulaciones, ligamentos y demás desajustes físicos.

Probablemente, el punto más importante de todo esto es que, para alcanzar el máximo potencial atlético, no es necesario entrenar con gran intensidad o realizando grandes volúmenes con frecuencia. Tanto si queremos ganar en un Ironman, destacar dentro de nuestro grupo de edad, correr un maratón o simplemente completar un evento de resistencia determinado, los entrenos equilibrados pueden brindarnos el éxito que buscamos.

 

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